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  • Foto del escritorRaquel Fernández

Desconectemos, pero con moderación

Actualizado: 27 ago 2019

¿Cuántos móviles hay en casa? ¿Cuántas pantallas? Está claro que es difícil no contar con ellas, se han convertido en un elemento imprescindible en el día a día. El móvil, principalmente, ha pasado a serlo TODO: nuestra agenda de contactos, calendario familiar y laboral, álbum de fotos, custodio de documentos, cartero, tienda, banco… y por supuesto el acceso al exterior a través de las redes.


¿Quién seríamos sin nuestro móvil? Pero la pregunta es ¿quién es el móvil o las pantallas en general en nuestra familia? Se han convertido en alguien más. Ese alguien a quien atender casi todo el día. Es ese otro en la pareja. Ese cuidador de los hijos. Es el trabajo fuera de horas. Es ese alguien que interviene, entorpece e incluso bloquea la comunicación familiar.




¿Cómo hacer para que esto no ocurra?


¿Cómo podemos cambiar esta dinámica que nos distancia?

Podríamos empezar por preguntarnos cuánto tiempo familiar pasamos mirando pantallas y sobre todo, cómo lo hacemos.


La televisión, sin duda, ocupa un gran espacio, vemos noticias, series y películas, pero

con frecuencia lo hacemos por separado. Sin embargo, podemos usarlo como un

espacio de cercanía si lo planteamos de otra forma. Las noticias se pueden convertir en

un momento de información y debate si fomentamos hablar sobre lo que ocurre, preguntar a los hijos qué opinan. Una serie puede ser una afición común. Una película se puede convertir en un cine familiar, una que hable de valores puede ayudar a crear un diálogo sobre la amistad, el amor, el respeto…


Por otro lado, es bastante común que comamos con la televisión, tal vez, si la apagamos, el momento de la comida y la cena, se puede usar para hablar de cómo han ido las cosas en el trabajo, colegio, instituto, qué nos preocupa, o ¡hasta de lo que más nos ha hecho sentir bien hoy! El teléfono, sin embargo, es algo individual y nos acompaña a la cama, sofá, baño… ¿y si le damos un lugar fijo? Igual que dejamos las llaves al llegar a casa, podemos dejar el móvil, romper el hábito de llevarlo a todos sitios, y lo más importante, no dejar que ocupe nuestro tiempo en familia.


Veamos, ¿Cuántas horas dice tu teléfono que le has estado mirando fijamente esta semana? … ¿Y a tu pareja? … ¿A tus hijos? ... ¿A tus padres? ... imaginemos ahora mirar, abrazar y hablarle a tu pareja, a tus hijos tanto como lo haces con tu teléfono, TAL VEZ NO LO SOLUCIONE TODO, PERO PODEMOS EMPEZAR A VER QUÉ NOS ESTÁ PASANDO…


¿LO INTENTAMOS?

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